Un tema infinito de nombrar y de observar, bajo distintos patrones como lo es la violencia escolar, pero la pregunta sería de donde viene y como se puede erradicar, o por lo menos disminuir. Hipótesis pudieran ser variadas, mal manejo de las emociones, dificultades de habilidades sociales, baja tolerancia a la frustración, resentimiento acumulado, ambientes hostiles, bajo nivel de empatía, limitados valores humanos, conflictos y/o violencia intrafamiliar, rasgos de personalidad, así como muchas otras cosas se pudieran ir nombrando, como causantes de la violencia escolar.
Ahora bien al nombrar la violencia escolar o simplemente la violencia interpersonal, es conveniente mencionar un poco el panorama social actual que se presenta, y más allá la herencia transmitida de subsistencia (la ley del más fuerte) donde el más “capaz” es el que logra vencer al más “débil”, o los que están por debajo de él, sin embargo, ésta descripción resulta limítrofe y arcaica al hablar de una realidad donde se busca adaptación, convivencia, solidaridad, compañerismo, armonía, dentro de un ambiente que más que educativo es formativo en valores, y enseñanzas para la vida de cada individuo o como es el caso de cada alumno.
Si bien es cierto el trabajo formador de un individuo no se limita dentro del espacio escolar, por el contrario se inicia y se moldea en el hogar, siendo este el ente primario del mismo, por lo que se moldea y adapta a la ya mencionada formación impartida a nivel escolar, es decir, se crea para ello una trilogía representada por alumno (individuo), representantes (núcleo familiar), escuela, donde la integración de éstos, trabajando paralelamente en conjunto permiten el sano aprendizaje del alumno y por ende de su conducta.
Para disminuir los escenarios de violencia escolar se amerita un trabajo en equipo, por lo que la formación para padres, entendiendo que los mismos generalmente no cuentan con herramientas adecuadas para manejar diversas situaciones, que se les escapa de sus manos, probablemente porque algunas son nuevas para los mismos, o han venido arrastrándose debilidades en la formación de hábitos, normas y disciplina con los hijos, buscando utilizar métodos instintivos, donde seguramente resultan contradictorios o contraproducentes en sus efectos.
Por otra parte, los métodos de formación escolar también han venido evolucionando, de acuerdo a las necesidades, demandas, época actual, por lo que se pudiera decir coloquialmente que ya los niños y jóvenes no son los mismos que los de unos años atrás… situación que mueve a buscar soluciones prácticas, funcionales y actuales, es por ello que en el campo de la docencia y la orientación es fundamental la actualización, investigación y formación constante, para así tener nuevas herramientas educativas, lo cual brinden métodos mediadores, conciliadores, pero más allá, trascendentes, donde no se tome una postura pasiva, o negligente sino por el contrario activa y funcional en la resolución de conflictos, situaciones disfuncionales y disruptivas, dentro de los espacios escolares.
Considerando los aspectos arriba nombrados llevan a la iniciativa de pensar que la formación tanto a nivel del núcleo familiar, como a nivel docente u orientadores, resulta más que necesaria, indispensable para, contar con herramientas adecuadas.
Hoy día la formación infanto-juvenil, es conveniente trabajarla en función de diversos aspectos y herramientas que permitan la adaptación de la sana convivencia de los mismos; dentro de estos espacio se deben tomar en consideración que las generaciones actuales deben de encontrarse motivadas a tener un determinado comportamiento, siendo esto lo que va a determinar una acción o conducta deseada o esperada; por otro lado así como se maneja el estimulo y la respuesta en los chicos, también se debe de orientar su cognición, es decir, el potencial mental, la interpretación de sus motivos, y sus conductas, es allí donde se debe de incluir las habilidades sociales, la inteligencia emocional (empatía, autoestima, autorregulación, autoimagen,…)
Se necesita formar seres integrales, con valores humanos, capacidad de discernir y discriminar lo bueno de lo malo; tarea que requiere tiempo, capacitación, y deseo de involucrarse, ya que como bien es dicho los niños y jóvenes representan el futuro de los días, por lo que el formar seres con habilidades sociales que les permitan una sana adaptación y convivencia con sus semejantes, es clave para reflejarlo en la actual sociedad, donde en la medida que los mismos estén enriquecidos tanto personal como interpersonalmente podrán adaptarse cada vez más adecuadamente al medio (escuela, familia, comunidad) con comportamientos asertivos, donde se respeten los derechos de los demás y por ende los propios.
miércoles, 12 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario