Creo que hacer lo que a uno le gusta puede ser más difícil de lo que parece, puesto que es un proceso que comienza desde muy temprano en la vida y es el tema que inicia la mayoría de las conversaciones (¿qué vas a ser cuando seas grande?, ¿qué vas a estudiar?, ¿en dónde estudias?, ¿qué tal el trabajo?). Es una parte fundamental del proyecto de vida y este es el GRAN proyecto. Estamos expuestos a las sorpresas, las cuales van más allá de una incorrecta/mala decisión. Desde mediados de enero estoy trabajando en el servicio de pediatría del Instituto de Oncología Doctor Luis Razetti. Cada semana conozco historias que me dejan pensando en qué pasará en la vida de los niños y adolescentes que son diagnosticados de cáncer y también de sus familiares, quienes sufren mucho, incluso más que el paciente. Estos niños, antes de saber que estaban enfermos, eran deportistas prometedores, estudiantes destacados o personas muy especiales. Todos, después del diagnóstico, son separados de sus actividades cotidianas y cuando se les pregunta qué extrañas, qué te preocupa, qué harías si salieras del hospital hoy, todos mencionan sus actividades antiguamente diarias, con las que pretendían construir su futuro y el de su familia. A veces pienso en el daño que se les hace separándolos de sus grandes amores: lo que ahora no tienen, pero es absolutamente necesario hacerlo y creo que, con el tiempo, es lo que más los fortalece como personas.
Muchas de estas historias no tienen un final feliz, pero aquellos que superan el cáncer, en algún momento, parece que desearían no haberlo hecho, porque no pueden hacer realidad sus sueños. En ese momento me pregunto qué puedo hacer por ellos, cómo los oriento para modificar sus metas y que se den cuenta de los dones que tienen y con los que podrían hacer grandes cosas. Me voy haciendo esta pregunta cada mañana que me dirijo al hospital. Me preocupa, sobre todo, que ellos no se lo cuestionen, sino que den todo por perdido. Así que mi trabajo es acompañar, no es fácil, pero es inmensamente enriquecedor. Así como ha sido enriquecedor aprender sobre el asesoramiento académico y vocacional y darme cuenta que en todo lo que hago está presente la pregunta sobre el ajuste entre lo que hago y lo que quiero/puedo hacer. Creo que un ejercicio necesario debe ser agradecer por tener salud y voluntad para lograr cada día de vida, en el cual tenemos la oportunidad de avanzar en el proyecto trazado.
Quiero desearles que siempre sepan qué les gusta hacer, que puedan hacerlo y que con ello sean felices y hagan a otros igual de dichosos. Es el mejor deseo que puedo transmitir.
Nos vemos en el próximo módulo :)